jueves, 26 de enero de 2012

Un historia inacabada (4)

Fuera la lluvia arreciaba y no podíamos entretenernos en el patio para que Breanna continuara su historia. Las clases estaban a punto de reanudarse, el descanso tocaba su fin. Yo le suplicaba con la mirada, pero ella se limitó a coger la manga de mi chaqueta y arrastrarme dentro de la residencia antes de que acabásemos caladas.

Por la noche, cuando todas las demás dormían yo la animaba a continuar nuestra conversación. Ella, a regañadientes, empezó a narrar de nuevo cómo se había escapado en plena noche de la habitación y había llegado hasta la iglesia.
- Vi una lucecita en mitad del camposanto. Imagínate qué susto, pero de pronto la lucecita se apagó, quedando todo el paisaje frente a mí de nuevo a oscuras. Creí que había sido una alucinación, pero mientras trataba de convencerme de ello, la luz volvió a encenderse unos segundos para volver a desaparecer de nuevo. No sé qué me impulsó a atravesar la verja del cementerio para buscar la fuente de aquella luz. Me vi caminando entre las tumbas, silenciando mis pasos cuando…

- ¡Niñas! – rugió la hermana vigilante – callaos u os vais a ver castigadas por mucho tiempo

Ante tal difusa amenaza, Breanna puso cara de circunstancia y se dio media vuelta en la cama con intención de dormir. Yo, refunfuñando hice lo mismo.

Cuando por fin me había quedado dormida, sentí como alguien me zarandeaba.

- ¡Eanny! ¡Qué susto!
- ¡Shhhhh! - Me urgió – La hermana Adele ya duerme… mi mejunje con valeriana ya ha hecho sus efectos ¿me acompañas?

Yo me levanté en silencio. Breanna ya estaba envuelta en su chaquetón y se había puesto las botas. Yo hice lo mismo y la seguí fuera del dormitorio.

- Escucha – me dijo – Cuando entré en el cementerio la curiosidad me pudo, no sé qué decir, vi aquel resplandor y tuve que averiguar qué era. Caminé por el interior al cementerio y encontré algo increíble. Por cierto... no te imaginas lo enorme que es ese lugar... Allí, en medio de los mausoleos había una casa.
- ¿Cómo?
- Sí, eso mismo pensé yo... al principio me pareció un panteón como los demás, un poco más grande, pero cuando me acerqué vi que la puerta tenía cristales y había ventanas... Todo estaba oscuro así que me acerqué a la puerta. La empujé un poco y estaba abierta. Del interior salía frío y olía a moho...
- Breanna, estás loca..
- Déjame terminar – me urgió mi amiga- ¿qué pinta una casa en medio del cementerio… que yo sepa no hay ningún guarda.. ¿no?

Bajamos sigilosas las escaleras y salimos a la explanada. Hacía un frío terrible y las nubes apenas dejaban pasar algún rayo de luna que iluminase nuestros pasos. Temblaba, pero más que por el frío, por el miedo que se hacía grande en mi estómago como una incómoda bola de gas.

Llegamos frente a la verja y allí Breanna escrutaba los barrotes, los tocaba… Uno de ellos se movió. Eanny lo empujó hacia arriba abriendo un hueco por el que podíamos colarnos sin demasiada dificultad.

El suelo del cementerio parecía blando, como una moqueta de turba y musgo que se extendía bajo nuestros pies. Yo estaba aterrada, como cualquier niña de quince años lo estaría en mi situación. Entonces aún no había comprendido que a los que se debe temer es a los vivos y no a los que ya descansan en paz. Agarraba firmemente la mano de mi amiga, ella no parecía tener miedo, o eso, o su curiosidad era más fuerte que aquél.