lunes, 22 de julio de 2013

Despedida

Ha llegado el momento de decir adios.

Mis Libros y Otras Cosillas deja paso a sus hermanos mayores.
Después de haber iniciado mi nueva andadura profesional como escritora freelance mi tiempo y mis esfuerzos se desvían al blog de mi empresa.

No quiero decir que me vaya, no, sólo que cambiamos el escenario. Mis Libros y otras cosillas dejará de tener entradas, pero, aquellos que disfrutáis me mi forma de escribir, podréis seguir haciéndolo a través de http://blog-entre-letras.blogspot.com.es/

Allí estarán relatos tan íntimos como "El Artista", o "Física o Química", que son algunos de mis favoritos. Pero también noticias y reflexiones sobre el mundo literario, reseñas de mi novela La Escondida, fotos y sugerencias. Menos reflexiones sobre la actualidad, pero más especialización. Aunque no renuncio a mi "derecho a la pataleta" de vez en cuando ;-)

Os espero a todos en Entre Letras

lunes, 10 de junio de 2013

La experiencia de firmar tu novela en La Feria del Libro de Madrid

El sábado 8 estuve firmando ejemplares de mi novela en La Feria del Libro. Sin duda, está siendo mi buen año.

Para una novelista es un momento muy especial el encuentro con los lectores, el ver que la gente (editor, escritores y público) aprecian lo que haces. La emoción fue mayor al ver que rápidamente se iban acabando los ejemplares a la venta que teníamos en la caseta... desde luego superó nuestras expectativas.

¿Lo mejor? Encontrarme con muchos amigos allí. Fue realmente emocionante...
Os dejo algunas fotos del momento.
Gracias a los que estuvisteis allí conmigo.
:-)




jueves, 9 de mayo de 2013

Mi novela La Escondida

Podéis dejar vuestros comentarios sobre La Escondida en la página de Editorial Sepha. ¿Os ha gustado el trailer? ¿qué os han parecido las primeras páginas? ¿pensáis que la portada es atractiva? Espero esos comentarios! :-)
Gracias!!!
http://www.editorialsepha.com/n/len/0/prd/800

miércoles, 8 de mayo de 2013

La Escondida

Hola amigos

Hoy, por fin, puedo dar por realizado mi sueño. Hoy ha salido a la venta mi novela La Escondida. Gracias a Editorial Sepha por creer en mí.
Para aquellos que no lo sepáis aún, el próximo día 8 de junio estaré firmando ejemplares de mi novela en El Retiro, durante La Feria del Libro, entre las 19 y 21hh. me encantaría conoceros a aquellos que me seguís en la sombra, a los que sois mis amigos, a los conocidos... Me gustaría veros a todos allí y poder intercambiar opiniones.
Amigos, desadme suerte :-)

http://www.editorialsepha.com/n/len/0/prd/800/la-escondida
http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=nvwfD_ovPhM

sábado, 20 de abril de 2013

Día del Libro


Somos muchos los que llenamos nuestra vida con palabras. Publicados o no, nos abrimos camino en un mundo en el que las imágenes parecen serlo todo. Por favor, no olvidemos que los libros nos trasportan a una dimensión diferente, que nos hacen pensar que nos hacen trabajar la imaginación. Nos llevan de viaje a nuestro propio interior, porque cada uno lee una historia de forma distinta, cada uno la interpreta según sus experiencias anteriores le hayan marcado. No nos perdamos este ejercicio de introspección.

Dentro de nada celebramos el Día del Libro, una ocasión magnífica para comprar ese billete al interior del alma o regalárselo a quien más lo necesite. Pero recordad que el libro os espera cada día, todos los días, no sólo el 23 de Abril.


Disfrutad de vuestro pasaje...

viernes, 12 de abril de 2013

Nueva andadura

Después de darle muchas vueltas, de estar cada vez más inmersa en el mundo de la escritura he decidido cambiar el rumbo de mi vida. Siempre me había tomado esto de escribir como un hobbie como una forma de desahogar mis pensamientos íntimos y compartir con aquellos que me siguen emociones, risas y alguna lágrima. pero ahora, he decidido hacer de esto mi profesión.

Algunos ya saben que dentro de un mes saldrá a la venta mi primera novela, La Escondida, y que espero que los que me han dado la preciosa oportunidad de hacerlo se interesen por la segunda parte El Retorno.

No dejo de escribir. Ahora estoy volcada en otra novela muy cuidada y, espero, muy interesante. Pero además de ello, he decidido dejar de ejercer como secretaria, consultora etc... para dedicarme íntegramente a aquello que me llena de verdad: escribir.

He creado una página web www.entre-letras.com donde ofrezco mi don de la palabra a aquellos que puedan necesitarlo.

¿Por qué convertirse en escritor por encargo? pues porque es casi imposible vivir únicamente de la venta de las novelas y de algo hay que comer. Es convertirse en un obrero de las letras, pero ello no significa que sea menos digno que el trabajo de cualquier escritor que sólo se dedica a escribir para sí mismo. Yo lo veo como una forma de compartir un don y hacer que aquellos que no lo tienen desarrollado puedan aprovecharse de la belleza de la palabra bien escrita, de cómo Ella sabe llegar como nadie al corazón y la mente de los demás.

A vuestro servicio...

www.entre-letras.com

lunes, 21 de enero de 2013

El "docu-reality"


Tal y como está el patio, cada vez la tele se está volviendo más deprimente. Entre las noticias, que son siempre negativas, los programas casposos que nos cuentan las venturas y desventuras de los personajillos de la farándula, y los “refritos” de Telemadrid, la televisión casi ha perdido del todo su faceta de entretenimiento. Ahora tenemos muchos más canales que antes, y por lo general, son a cual peor…

En casa nos hemos acabado tirando de cabeza a los docu-realities, como yo los llamo. Tres canales de televisión que pasan todo el día programas de cómo se hacen las cosas, de cómo viven los cazadores de caimanes en los pantanos, de cómo una pareja de cazasubastas hurgan sin piedad en trasteros requisados… Ay, a mí me pirran. Sobre todo éste último. Satisface en cierta medida ese espíritu de trapera que llevo en los genes… Me encantaría rebuscar entre toda esa porquería y encontrar “tesoros”, como los llaman mis hijos. Luego no tendría sitio donde meterlos, pero es tan emocionante meterte con un pañuelo en la nariz y unos guantes “antitétanos” dentro de un trastero abandonado y sacar una máquina tragaperras antigua, máquinas de coser, sillas, cajitas de 1800 o, mis favoritos, objetos clásicos de Coca Cola…

Y no he hablado de los magos… Un tipo, Dynamo,  que con su carita de ángel un poco escuchimizadillo el hombre, pero que hace cosas realmente increíbles. A mí, personalmente, me ha hecho creer en  la magia. Hace cosas de forma diferente, parece increíble cómo se pone a levitar en medio de la gente a los pies del Cristo Redentor del Corcovado… Que sí, que hemos visto cosas parecidas en otro magos, pero es la cercanía lo que le hace diferente… no sé… a mí me parece un extraterrestre. Y el formato del programa ayuda…

No digo que estos programas tengan una calidad excelente ni un valor educativo probado, simplemente son entretenidos y no hacen daño a nadie. Concursos de Chef, casas de empeño donde la gente lleva los objetos más inverosímiles… ¿qué quieren que les diga, señores? Prefiero mil veces ver cómo un tipo fabrica unas tartas increíbles que más parecen esculturas que pasteles o como un tipo se defiende en la naturaleza salvaje (por muy montaje que sea) que ser toooodo el día bombardeada por las opiniones de un montón de periodistas que acaban diciendo durante horas lo mismo sobre el caso Bárcenas y demás miserias. Está bien, uno lo ve un rato (aunque yo prefiero la prensa escrita para todo esto, mantenerse uno informado y luego poner un poco de diversión en la vida…

jueves, 4 de octubre de 2012

...Y llegó la revolución...

Ya sabéis que no soy persona de meterme en harina política. No me gusta impregnar este blog de polémicas ni convertirlo en un muro de debate. Quiero que este sea un espacio literario, un portal de reflexiones lejanas a polémicas de carrera en un taxi... pero es que ya no puedo más.

Desde hace semanas, meses, tal vez, siento una tremenda desazón. Impotencia y cierta desgana hacia el mundo en general (vaya expresión más propia de escritora me ha quedado ¿no?)

Yo que me paso media vida enchufada al Facebook y a otros espacios sociales en la red he ido descubriendo cómo éstos van siendo colonizados por el grito social en forma de post, protestas, reflejos de una sociedad tan hastiada como yo misma.

Es algo que no se puede ignorar, no se puede acallar el conjunto de voces que claman por un cambio, pero tampoco soy ajena a que pocos o ninguno tenemos en la mano la llave de ese cambio. ¿Cómo nos enfrentamos a esa sociedad desgastada, a esta crisis que vapulea sin piedad a unos y otros? ¿Cómo luchamos de forma EFICAZ contra los abusos e injusticias?

Quiero dejaros lo que un amigo ha escrito sobre el tema porque creo, sinceramente, que es una de las pocas personas que conozco comprometidas hasta la médula . No es que yo comparta al 100% sus ideas, pero sí alabo su valentía por defenderlas siempre de forma coherente. Contaros que cuando él subió esto a su muro hubo una avalancha de comentarios, que ha sido compartido por muchísimas personas en sólo un par de días. Creo, que si no estáis de acuerdo con lo que dice, al menos sí que os hará reflexionar de una forma diferente, y, quizá, despertar un poco ese animal revolucionario que todos llevamos dentro.

Gracias Jorge.


lunes, 21 de mayo de 2012

El Artista



Ella se movía despacio, segura de sí misma, entre los estudiantes que admiraban su anatomía, sus curvas, su sensual forma de caminar entre los caballetes, los carboncillos, las pinturas sin manchar su inmaculada blancura. Casi flotaba mientras serpenteaba por los patios en busca de Él.

Ella, rubia, con la piel nacarada que asomaba entre los pliegues de su vestido veraniego, con sus labios sonrosados y su mirada azul que congelaba cual Medusa a aquel que osara mirarla fijamente… a cualquiera menos a él, a quien ella buscaba inconsciente de la ola de admiración que arrastraba tras ella.

Inocente, se acercó sonriente al lugar donde él se encontraba sumergido en un lienzo. Sentía cómo su corazón latía más fuerte cuando por fin aspiraba el aroma de sus ropas, de su tabaco.

Se sentó, sin hablar, a su lado… su fría mirada se tornó en rojo carmesí, sus labios se henchían anhelantes, y su piel se teñía de rosado rubor, inocente, virgen, sólo por pensar que él fijaría sus pupilas en su hermoso rostro.

Levemente, ella acarició su hombro, tocó su rancia camiseta buscando su atención. Él, sorprendido por la interrupción levantó la mirada, hasta entonces fija en su trabajo, no sin cierto matiz de reproche, pero al verla, al ver al ángel que susurraba su nombre cerca de su piel, su semblante se tornó dulce y desarmado, sus fierezas sucumbían ante ella.

Con inimaginable ternura él retiró los cabellos dorados del rostro de Angelie, mientras ella entornaba los ojos ensoñando, tal vez, un beso.

Presto sustituyó la raída y vieja tela por un papel nuevo, blanco, como ella.

No sin pudor, Angelie se desprendió de sus ropas, descubriendo sus sensibles volúmenes. Sus hombros, sus caderas, los dedos de sus pies, los rosados pezones hacían que la luz reflejada en ellos cobrase un nuevo y divino significado.

Marco, el joven Marco, quien nunca antes había experimentado la sublimación del deseo carnal como cuando se encontraba delante de su ángel, tras admirarla unos instantes, dibujaba con fervor religioso cada una de esas curvas que le hacían creer de nuevo en Dios.

Con el carbón en la mano, Marco se deleitaba con cada trazo, cada línea le hacía sentir el hombre más afortunado sobre la tierra por que ella, el Ángel, era suya, suya de ese modo que jamás podría serlo para otra persona. Era su musa, su cielo, su hambre y su sed, así como su calma y cobijo.

La desesperación asomaba a los ojos de Marco al descubrir que nunca sus trazos recogerían la belleza de aquel ser a caballo entre lo humano y lo que está más allá de la razón. Sucumbía al desánimo y se revolvía en su desesperación, para pronto entender que esa inalcanzable perfección era, precisamente, lo que los mantenía unidos. Y así seguiría siendo… tampoco él deseaba otra cosa.

Finalizada la sesión, Marco extendía su mano, y dejaba sobre las ropas unas pocas monedas. Se alejaba, para no empañar más con su mezquindad humana, con la materialidad del cobre, la esencia de aquella criatura. Angelie las recogía y se cubría presurosa.

Sin siquiera volver su cara hacia ella, Marco se despedía formal, Angelie se marchaba, escondiendo entre sus cabellos dorados una lágrima, elixir que recogía con su índice y posaba, a modo de firma sobre el papel en el que Marco la había dibujado.

domingo, 20 de mayo de 2012

El valor de una ilusión

Sí, una ilusión que se hace realidad, un sueño que se va dibujando...
Hace una semana me llegó la noticia más esperada para un escritor: Voy a publicar
Tantos días soñando con ello, tantas noches deseando algo así que ahora que por fin ha llegado se he hace difícil llegar a creerlo.

Y el caso es que siempre he tenido confianza, siempre he sabido que si alguien me leía con interés descubriría que merezco la pena, pero esto es tan tan difícil... cuanta gente no tiene nunca una oportunidad como la que se me ofrece ahora... Sí, soy muy afortunada.

Quiero dedicar estas líneas a los que siempre me habéis dado ánimos, a los que habéis enjugado mis lágrimas en los momentos difíciles, a los que creéis en mí: GRACIAS!!!

Y por supuesto, gracias a Sepha, por confiar en que podemos ganar juntos.
Sí! sí! sí!!!!!!!

sábado, 5 de mayo de 2012

¿Nueva etapa?

No sé... la verdad es que tengo ganas de volver a mis reflexiones...

Hace un tiempo empecé a publicar fragmentos de mi nueva novela, pero como ya os comenté, por motivos "profesionales" he tenido que interrumpir la publicación. (Por cierto, gracias mil a todos los que os habéis interesado por seguir leyendo en privado la Historia inacabada, sois geniales)

El caso es que ando estudiando un curso de Community Manager, y justamente ahora estamos viendo el bloque dedicado a la comunicación a través de un Blog.

Acabo de terminar de leer un libro interesante sobre cómo utilizar este medio para convertirlo en una herramienta útil para la empresa. Pero no es eso lo que ha detenido mi atención, Me he parado a reflexionar ¿por qué escribo yo este blog?

¿Y por qué?

La verdad es que empecé esta aventura como medio de promoción de mi novela "La Escondida" que muchos ya conocéis, pero ahora, y más allá de eso, esto se ha convertido en un medio de expresión literaria, una forma de contaros lo que se me pasa por la cabeza, historias divertidas, personales, ajenas... pero sobre todo, quiero que sea algo que ayude a comprender lo que pasa por la mente de alguien que trata de ser escritor o escritora, cómo nos importa el uso de la palabra y cómo para nosotros es fundamental dar a conocer nuestro modo de expresarnos, a veces más lírico, a veces más irónico o ácido.

Sé que por los contenidos este blog no es precisamente mayoritario, los que me seguís habitualmente posiblemente lo hacéis por amistad o porque en algún momento mi modo de expresión captó vuestra atención y os gusta, de vez en cuando, leer algo curioso y medianamente bien escrito.

¿Qué echo de menos? pues sobre todo los comentarios, el que me dejéis vuestras opiniones, lo que os hace sentir lo que escribo... echo de menos (y mucho) el diálogo...

A los que me leéis, ¿por qué no dedicar un minuto a dejarme una impresión por escrito?

Ahí queda eso ;-)

martes, 17 de abril de 2012

Noticias

Hola a mis fieles seguidores ;-)
Aquellos que estéis interesados en seguir leyendo las aventuras y desventuras de Claire, Breanna y Aedan, por favor, enviadme un mail a martamdelfresno@gmail.com y os enviaré los capítulos de forma privada.
Un saludo a todos!!!

martes, 21 de febrero de 2012

Una historia inacabada (12)


No tengo ni idea de cómo me impuse a mi naturaleza temerosa, cómo un impulso intrépido se adueñó de mi cuerpo y me hizo decidirme a buscar la forma de escapar de la enfermería para investigar por mi cuenta lo que escondía el cementerio en aquella casita de piedra.

Llegó la noche, todo estaba muy oscuro. Había comprobado que cada dos horas, Caroline aparecía blandiendo un termómetro para comprobar el estado de Eanny. Había escuchado sus sonoros ronquidos entre visita y visita, y tras la tercera, decidí levantame sigilosa de la cama en cuanto la oí resollar de nuevo. Busqué mis zapatos bajo la camilla y descolgé mi chaquetón del perchero cercano. Coloqué mi almohada bajo el cobertor y me deslicé hacia el pasillo. El viento soplaba muy fuerte aquella noche, haciendo que los cristales de las ventanas bailasen en sus marcos, ofreciendo un concierto de golpeteos de distinta intensidad. El castañeteo incesante de los vidrios avivaba mi inquietud. Me levanté sigilosa y comprobé que nuestra guardiana dormía profundamente. Eran las dos de la madrugada pasadas según vi en el reloj del despachito de la enfermería.

Notaba mi pulso en las sienes, en el cuello. A punto estuve de volver corriendo a la seguridad de mi camastro, pero las coquillas de la curiosidad no cesaban ni siquiera ante el miedo que trataba de paralizar mis piernas.

Sin llegar a ser del todo consciente de mis pasos, me encontré frente a la verja del cementerio con la mirada perdida. Las lápidas asomaban entre las verdes hojas. Había agarrado tan fuertemente los barrotes que unas férreas hojas de lila de los adornos se me habían clavado en las palmas hasta herirme. Ver mi propia sangre goteando y sentir el pulsante dolor de las yagas me hizo salir de sopetón de esa especie de trance en el que había llegado hasta las puertas del camposanto. Mis sentidos aletargados parecían despertarse y la carga de adrenalina segregada me enervó como el mejor tónico.

Busqué el barrote suelto de la verja por donde, días atrás, Breanna y yo nos colamos a curiosear. Caminaba sigilosa en pos de la lucecilla que brillaba a lo lejos, que se desparramaba por una de las ventanitas de la casa de piedra. ¿Viviría alguien allí? Me pareció ver salir humo del techo, de una chimenea. Olía fuertemente a coles cocidas. Confundida imaginé que era el hedor que desprendían los cuerpos putrefactos que descansaban bajo las lápidas que yo sorteaba. Me tapé la boca y la nariz con la mano para evitar respirar aquella pestilencia.

Me había acercado mucho a la casa y el olor era aún más fuerte, y cálido, no podía evitar que el tufo se me pegara a la ropa y al interior de mis pulmones y mi garganta. La repugnancia que sentía y las ganas de vomitar habían disipado mi miedo y mi prudencia. Estaba peligrosamente expuesta, frente a un protalón de madera vieja y astillada en los bordes. No podía dejar de mirar la aldaba de hierro que pendía de la parte más alta de la puerta.

Se oyó un chasquido y como si de un relámpago se tratase, una luz me cegó por unos instantes. ¡La puerta se había abierto!. Bajo el dintel se perfilaba una figura oscura, un hombre fuerte y desaliñado que… ¡Oh Dios Mío! Tenía un enorme cuchillo sujeto en su mano izquierda. Grité y salí de allí corriendo lo más deprisa que pude. No me fijé en los ojos de aquel hombre clavados en mi espalda mientras huía, no atendí a su vos bramando “¡Niña, niña!” Corrí y corrí lo más deprisa que pude y sin querer me adentré en el cementerio aún más. Me detuve frente al alto muro de piedra que cerraba el recinto separándolo del bosque. Miré atrás, pero no vi a nadie. Sin pensarlo dos veces trepé como pude sujetándome en las piedras, hiriendome en los dedos y desollandome las rodillas. Salté al otro lado y me torcí un tobillo. Para colmo, un enorme charco de barro me esperaba dispuesto a frenar mi caída. No importaba que estuviera empapada y tiritando, seguí corriendo sin rumbo escapando de aquella visión.

Exhausta llegué a una zona ocultra entre árboles y matorrales. Me acurruqué junto al tronco caído de uno de ellos aterrada, acallando mi respiración para que aquel hombre no me descubriera si es que había conseguido seguirme hasta allí.

No sé cuanto tiempo estuve parada en ese lugar, encogida como una liebre acechada por un zorro. En cuclillas sujetando mis piernas contra mi pecho. Temblaba como un trozo de gelatina, mis dientes castañeaban y el frío me corroía por dentro. En ese momento me di cuenta de que no tenía la más remota idea de dónde me encontraba. Estaba sola en medio del bosque, en medio de la noche… y no sabía cómo regresar.

lunes, 20 de febrero de 2012

Una historia inacabada (11)


Todas las miradas se volvieron hacia mí, noté una mano sobre mi hombro, alguien que me decía “tranquila, tranquila… ya pasó”. El mundo daba vueltas sin control, estaba mareada y las imágenes se alejaban y oscurecían por momentos. Me desmayé.

Mi pantomima se me había ido de las manos.

Recordaba vagamente cómo había empezado todo. Una chica de mi edad me había empujado sin querer mientras nos dirigíamos a las clases. Yo, aprovechando la ocasión, había saltado hecha una furia, gritando y haciendo aspavientos, fingiendo estar fuera de mí. Recordaba los gritos de mis compañeras, Adele intentando sujetarme por los brazos mientras yo pataleaba y repartía puntapiés a diestro y siniestro. De pronto la imagen de Sor Madelaine, una geringilla, una aguja se abría camino a través de mi piel y… y nada… el silencio… oscuridad, calor…

Al despertar estaba en la enfermería. Abrí los ojos despacio y reconocí de inmediato la blanca pulcritud del recinto. Había varias camas alineadas y unas cortinillas que separaban unas de otras. La mayoría estaban descorridas, pues en aquellos momentos no había más personas enfermas en tratamiento. Estaba sola. Había un cuartito anexo a la sala de camas donde las hermanas enfermeras se retiraban a descansar. También había una estancia cuyas puertas solían permanecer cerradas, en ella se guardaban, bajo llave los medicamentos, y, en las ocasiones que era necesario hacía las veces de morgue. Recordé el día que murió la Madre Sophie, quien fuera en su día Superiora del Convento de Santa Brígida, a los noventa y siete años de edad. Recordé la imagen de aquella viejecita de piel apergaminada cuando era trasladada desde la “morgue” hasta la capilla para su funeral y posterior entierro, casi cuatro días después de su muerte. El estómago me dio un vuelco al rememorar el olorcillo a putrefacción malamente disimulado por los perfumes y aceites con los que habían impregnado su cuerpo.

Pasé en la enfermería el resto del día, la superiora creyó que era lo más adecuado dado mi estado de nervios. Había padecido la muerte de un ser tan querido hacía tan poco tiempo...

Estaba decidida a sedarme de nuevo, para que pudiera descansar al menos unas horas. Al momento estaba allí de nuevo Caroline, una de las enfermeras que llevaba un perfume de violetas inconfundible, con unas pastillas diminutas y un vaso de agua. Yo fingí tragarlas sin reservas y en cuanto ella se dio la vuelta las escupí y las guardé en el doblez de mi calcetín.

Aún me sentía un poco mareada, pero estaba lo bastante lúcida para echar un vistazo a mi alrededor y descubrir a Eanny en una camilla cerca de la mía. Se la veía tranquila… seguramente dormía. Aún no me sentía con fuerzas para levantarme, pero esperaría el momento adecuado e iría a hablar con Eanny, Misión cumplida. Había conseguido acercarme a ella.

Permanecí allí tumbada, aislada de la realidad, rodeada por el blanco inmaculado de la enfermería. Suelo blanco, blancas paredes, blancas sábanas y la luz aterradoramente blanca que se colaba a través de los finos visillos de gasa blanca que cubrían los ventanales. Y dentro de mí, sólo oscuridad. El aire olía ligeramente a alcohol, a desinfectante… y a violetas. Seguía sumida en un cierto sopor, producto de lo que fuera que me habían inyectado hacía unas horas.

A lo lejos sonaba la campana que anunciaba la hora del almuerzo. La puerta se abrió de nuevo, Caroline volvió junto a mi cama y me tomó el pulso. Quiso comprobar que yo seguía dormida. Una voz desde el pasillo la apremiaba – “no te preocupes, va a seguir durmiendo mucho tiempo, con lo que le has dado no creo que despierte hasta mañana, y nosotras no nos demoraremos mucho tiempo en el comedor”, Caroline se marchó sin que yo la oyera responder, llevándose con ella sus efluvios florales. Ahora más que nunca me repugnaba ese olor, me revolvía el estómago sentí ganas de vomitar y tuve que reprimirme.

Estábamos solas Breanna y yo. Me levanté y fui hasta la puerta de la enfermería sin hacer ruido, casi deslizándome sobre el frío mármol con mis calcetines de lana. Me vino a la cabeza la absurda idea de que patinaba sobre un lago helado. Abrí con cuidado y me asomé sigilosamente hacia el pasillo. No había nadie, también el cuartito anexo estaba vacío. Fui de nuevo hasta la zona de las camillas y me acerqué a mi amiga. Allí seguía Breanna, profundamente dormida. Me arrodillé junto a ella, cogí su mano que ardía, igual que su frente. Ella se removió un poco. Intentaba abrir los ojos y los labios, tratando de balbucear algunas palabras. Le resultaba imposible. Su frente perlada de sudor y sus mejillas enrojecidas ilustraban su estado febril. Mis esperanzas de que ella pudiera contarme algo se estaban desvaneciendo. Suponía que únicamente podría arrancarle algún delirio… no quería empeorar su estado molestándola, así que vencida, volví a mi cama.

Caroline volvió enseguida, me encontró tumbada boca arriba, tapada hasta los hombros y con la mirada fija en el techo. Yo me había perdido en mis propios pensamientos. Ella se sorprendió de encontrarme despierta y amablemente me ofreció agua fresca. Después se sentó en el borde de mi cama y tomándome de la mano, me invitó a hacer lo mismo. Con un gesto cálido me interrogó: “¿cómo has dormido? ¿Qué tal te encuentras? ¿Has tenido pesadillas?” y contesté escuetamente: “Bien. Débil. No.”

Ella discutió con Sor Madelaine sobre la conveniencia de mantenerme en la enfermería durante la noche. Caroline pensaba que yo estaba repuesta de mi crisis, pero Sor madelaine se quedaba más tranquila si yo ermanecía atendida durante la noche, así podrían vigilarme por si volvía a perder los nervios. Controlarían mi estado cada dos horas como hacían con Breanna, no iba a suponer un trabajo extra. Carolina aceptó sin ofrecer demasiadas reservas.

Un nuevo plan cruzaba mi mente, si Breanna no podía contarme qué había descubierto en el cementerio iría yo misma a averiguarlo.

viernes, 17 de febrero de 2012

Una historia inacabada (10)


Las primeras luces del alba me despertaron. Parece que finalmente me había dormido. Sentía el cuerpo dolorido y un cansancio extremo. La tensión que había sufrido se dejaba sentir en cada uno de mis músculos, de mis huesos.

Me levanté pronto para ducharme y vestirme. Desayuné en el primer turno, deprisa, sin apenas probar el cacao caliente. Quería dejar tiempo suficiente para hacerle una breve visita a mi amiga Eanny. 

Dispuesta a entrar en la enfermería me encontré con la férrea defensa de Sor Madelaine.

- No, definitivamente no puedes entrar
- Pero…
- Claire, Breanna está muy enferma y necesita descanso para restablecerse lo antes posible… además no querrás contagiarte, ¿verdad?
- No… yo…  - titubeé
- Pues eso, niña. Anda, vete al salón hasta que empiecen las clases, o pídele a Adele un poco de leche y un bizcocho extra, ¡que te estás quedando en los huesos!

Me alejé de la enfermería por el largo corredor. No pude evitar recordar las palabras de Sor Madelaine “te estás quedando en los huesos” me detuve un momento a contempar mi reflejo en uno de los ventanales que como soldados en formación custodiaban ambos lados del pasillo. De pronto me sentía una extraña dentro de mi propio cuerpo que en los últimos meses no sólo había perdido unas cuantas libras. Consciente, por primera vez en mucho tiempo, de mis formas me vi unos dedos alargados, los tobillos se me habían afinado mucho, al igual que mi cintura. También debía haber crecido unos cuantos centímetros. Mis muslos se habían estilizado y mis caderas, aunque estaban faltas de relleno, se habían ensanchado y redondeado. También lo habían hecho mis senos. Tal y como Eanny aventuraba, a los 15 años estaba empezando a convertirme en una mujer.

El aislamiento de mi mejor amiga me daba pocas oportunidades de conocer lo que ella había averiguado la noche que enfermó. Sabía que quería contarme algo, pero no le había sido posible. Yo no tenía su coraje y no me atrevía a andar sóla por las noches entre las lápidas del cementerio, pero la creciente curiosidad me hacía cosquillas en el estómago y las cosquillas siempre me exasperaban. Tenía que idear un plan para que me llevasen a la enfermería junto a Breanna, así podríamos hablar. To qué instintivamente mi frente para comprobar si mi temperatura no había subido… pero no… estaba fresca y lozana como una rosa recién brotada. Tampoco me dolía el estómago… Ay que ver, estaba deseando enfermar para poder estar al lado de mi amiga.

De pronto recordé ora vez lo que me había dicho Sor Madelaine, estaba muy delgada… no me iba a costar demasiado fingir un ataque de debilidad, aunque no creía que eso fuera suficiente para que me llevasen a la enfermería… No, a lo sumo, me encerrarían en el dormitorio guardando un poco de reposo… no quedaba más remedio que echarle un poco de teatro. A nadie le extrañaría que tras la muerte de mi madre, alejada de mi mejor amiga, y con esta “debilidad” que me acosaba, sufriera un ataque de histeria. Esa era la solución. Habría que esperar el momento justo. Unos gritos, un fingido desmayo y derechita a la enfermería, seguro.

martes, 14 de febrero de 2012

Una entrevista muy interesante

http://www.eldiariofenix.com/content/todos-somos-escritores

Gracias a  , sois una inspiración.

San Valentín sí, San Valentín no...

"Muchos piensan que este día se celebra desde hace poco y que surgió por el interés de los grandes centros comerciales, pero su origen se remonta a la época del Imperio Romano.

San Valentín era un sacerdote que hacia el siglo III ejercía en Roma. Gobernaba el emperador Claudio II, quien decidió prohibir la celebración de matrimonios para los jóvenes, porque en su opinión los solteros sin familia eran mejores soldados, ya que tenían menos ataduras.

El sacerdote consideró que el decreto era injusto y desafió al emperador. Celebraba en secreto matrimonios para jóvenes enamorados (de ahí se ha popularizado que San Valentín sea el patrón de los enamorados). El emperador Claudio se enteró y como San Valentín gozaba de un gran prestigio en Roma, el emperador lo llamó a Palacio. San Valentín aprovechó aquella ocasión para hacer proselitismo del cristianismo." (Wikipedia)

Pues eso, siempre discutimos sobre la oportunidad o no de celebrar un día como este. Por mi parte estoy totalmente a favor de hacerlo, ¿y por qué? pues porque siempre es bueno tener un día referente para recordar a quienes más queremos, padres, madres, enamorados... Si bien es cierto que para esas personas que tanto queremos cualquier día es bueno para demostrarles nuestros sentimientos, y que más vale un beso a tiempo que un ramo de flores o una caja de bombones, también es cierto que la vida que llevamos muchas veces nos olvidamos de hacerlo como es debido. Por ello, no está mal que alguien (aunque ese alguien sea El Corte Inglés) nos recuerde una vez al año que tenemos a una persona especial que espera nuestro cariño.

Que los centros comerciales hacen su agosto es indiscutible, pero ¿por qué no tomarlo simplemente como una celebración más? ¿no es hermoso tener una excusa más para celebrar el amor?

Personalmente, prefiero celebrar San Valentín (léase también Día de la Madre, Día del Padre etc...) que muchos otros festejos cuyo origen y fin es mucho menos hermoso...

Feliz día a todos 

lunes, 13 de febrero de 2012

Una historia inacabada (9)


¡Puaj! Puré de repollo otra vez… ¿cómo alguien podía comer aquel mejunje?, “al menos está caliente” me dijo Breanna, siempre viendo el lado positivo. No pude evitar lanzarle una mirada cargada de reproche. Ella me devolvió una sonrisa culpable y me susurró “todo a su tiempo, confía en mí”. Punto y final, ahí acababa nuestra conversación por el momento.

Breanna no acabó la cena, empezó a encontrarse mal, tenía una fuerte tiritona y la fiebre le había subido mucho. Tenía las mejillas y la frente muy coloradas. La hermana Adele la acompañó a la enfermería. Yo me quedé muy preocupada y me pregunté cuantas veces había estado vagando por el cementerio entre la nieve sin que yo me diera cuenta. De pronto había olvidado mi ansiedad por que ella me contase lo que había descubierto, ahora estaba francamente preocupada por su salud. Estaba muy débil y no controlaba el temblor de su cuerpo. No me dejaron acompañarla.

Era neumonía, con los cuidados adecuados en un par de semanas estaría perfectamente, eso dijo el doctor que vino a visitarla. Yo pude entrar en la enfermería al día siguiente al finalizar las clases. Ella estaba despierta. Me acerqué junto a la cama bajo la atenta mirada de Sor Madelaine, la encargada de la enfermería. Breanna me miraba con angustia, se encontraba fatal y había vomitado varias veces. Sentía fuertes pinchazos en el costado izquierdo, por eso estaba tumbada sobre ese lado. Así evitaba que al respirar el pulmón afectado se moviera y empeorase el dolor.

Su cara era el papel donde se escribía un mensaje en clave que yo no era capaz de descifrar. Atisbaba un ruego, una negación o arrepentimiento, cariño… todo ello tras la mueca de sufrimiento. Era como si quisiera contarme algo y después decidiera en el mismo instante que no era lo correcto… No pude adivinarlo.

Por la noche caía una fina y lenta nevada. Los diminutos copos helados apenas danzaban suavemente en el aire, suspendidos, casi ingrávidos, antes de posarse sobre el ya blanco suelo. La nieve que lo cubría daba la bienvenida a esos pequeños milagros de agua cristalizada, como una madre amorosa que acoge a sus hijos en su seno.

La atmósfera era fantasmal, no había ruidos provenientes del bosque, no se oía a los búhos, ni a los lobos. El silencio reinaba en los alrededores. La luna, aunque en cuarto menguante, iluminaba lo suficiente para que su resplandor reflejado en el blanco manto se proyectase sobre mi ventanal. Me levanté y me quedé en pie junto a los cristales. No podía abrir aquellas ventanas sin despertar a todo el mundo. La madera de las hojas era vieja y hacía un ruido tremendo al encajarse o desencajarse de los marcos. Me imaginé allí, en mitad de la noche respirando ese aire frío y puro, bañándome en esa atmósfera de fino cristal. Cerré los ojos apoyando la mejilla contra la ventana, aspiré hondo y por unos instantes estuve allí. Después volví a la cama y traté de dormir hasta la mañana siguiente.

No conseguí conciliar un sueño profundo, dormitaba superficialmente cuando a las cuatro de la mañana comencé a oír ruidos en los corredores y por las escaleras. Algunos pasos apresurados, cuidadosos, y unos pocos susurros tratando de acallarlos. Miré a mi alrededor, al principio mis ojos vagaban por la oscuridad, pero pronto, hechos a la situación, podían distinguir formas, figuras. Allí estaban durmiendo todas mis compañeras de habitación, también lo hacía nuestra cuidadora. Traté de deslizarme hasta la puerta entreabierta del dormitorio para ojear el exterior, caminé descalza, con mucho cuidado de no hacer ningún movimiento en falso que pudiera despertar a las que allí dormían. Conteniendo la respiración, estaba a punto de alcanzar mi objetivo, cuando alguien tiró desde fuera del picaporte y cerró cuidadosamente el dormitorio. ¿Me habría visto? No, seguro que no, si fuera de otro modo ahora estaría castigada fregando los baños. Volví a la cama, inquieta y desvelada.

lunes, 6 de febrero de 2012

Una historia inacabada (8)


El invierno había cubierto de blanco todo cuanto estaba a nuestro alrededor. La capa de nieve tenía un espesor de más de medio metro y hacía días que el cielo sólo variaba su color entre una amplia gama de grises. Se veía plomizo y pesado, algunas veces irreal, blanco irisado. Siempre frío. Pasábamos el día entre las clases y el salón común. Allí había un gran hogar y sobre él una enorme chimenea. El calor de los troncos, el color del fuego ataría mi mirada, el baile de las llamas sobre las ascuas calentaba mi cuerpo y mi espíritu, casi me hacía sentir en casa.

El otoño había pasado como un suspiro, el cumpleaños de mi Eanny estuvo teñido aún por los restos de mi amargura, los posos que quedaban tras la muerte de mi madre. No dudé en regalarle el manto verde y plateado que le había pertenecido a ella. Eanny, al principio, se negaba a aceptarlo, pero pude convencerla. Yo quería, necesitaba, que ella lo tuviera. Ella, quien ahora era mi única familia. Breanna me dio las gracias por el regalo y buscó la figura que ella me había obsequiado en el último cajón de mi cómoda. La tomó con delicadeza entre las manos y la envolvió en el manto dejándola después, de nuevo en el cajón. “Juntas” dijo y me sonrió.

Poco a poco, con el trascurrir de los días, la tristeza se convirtió en una fiel compañera, callada y discreta, estaba ahí, sin llegar nunca a abandonarme por completo, pero permitiéndome hacerla a un lado para poder seguir con mi vida.


Esa tarde yo me acurrucaba en un butacón tapizado con una feísima tela de cretona inglesa, bastante cerca de la chimenea y cubierta por un mantón de chenilla descolorido, que más que verde ya parecía amarillo. Leía la Eneida de Virgilio, un libro obligatorio en nuestro curso. Estaba absorta en mi lectura y no me di cuenta de que Breanna no estaba allí. Una de las niñas venía buscándola y me preguntó si yo sabía dónde estaba. Breanna solía jugar con las internas más pequeñas, casi hacía de madrecita para ellas, las entretenía, consolaba y mimaba. Yo no tenía ese instinto de protección tan desarrollado como ella.

- Tiene que estar en la sala, no puede estar lejos – dije intentando deshacerme de la mocosa
- No, no está – insistía tirando de mi mantón - la he buscado y he preguntado por ella, pero nadie la ha visto…

Me levanté de mala gana y la busqué yo misma. La niña tenía razón, ella no estaba allí. No nos permitían subir a los dormitorios hasta la hora de acostarnos, así que fui a echar un vistazo a la cocina, por si estaba con la hermana Adele, pero tampoco la encontré. No era posible que hubiera decidido salir con este frío, pero no cabía otra opción. Respiré hondo y me abroché la chaqueta. Me eché sobre los hombros el mantón raído, y salí fuera a buscar a mi mejor amiga.

Estaba enfadada porque se hubiera ido sin decirme nada y también porque ahora me tocaba sumergirme en la nieve para encontrarla.

Resoplando me encaminé hacia la Ermita, supuse que habría ido allí a estar sola. No podía pensar en que estuviera vagando por el bosque con ese frío, aunque con Eanny cualquier cosa era posible.

Cuando casi había llegado a la puerta la vi, estaba junto a la verja del cementerio, tenía el cuerpo vuelto hacia mí, pero miraba hacia el interior del camposanto y gesticulaba con los brazos. Me quedé allí plantada hasta que se volvió con una sonrisa en los labios. Al verme dio un respingo.

- ¿Qué haces aquí? ¡Cielo Santo, menudo susto me has dado!
- Lo mismo iba a preguntarte yo
- Bueno, ahora no te lo puedo contar, vamos dentro – apremió – nos vamos a morir de frío.

Se enlazó de mi brazo, y como si no pasara nada puso rumbo al edificio, mirando al frente y sin decir una palabra más. Mientras yo estaba atónita, no entendía nada, no comprendía a mi mejor amiga...

Al llegar, nos sacudimos la nieve en la entrada, y ya en el salón, nos sentamos sobre el amplio reborde de piedra del hogar y yo comencé a interrogarla. Ella se limitó a hacerme callar, me prometió que me contaría todo en cuanto las demás se durmieran, si es que conseguía mantenerme despierta… - apostilló con aire socarrón.

Yo torcí el gesto, pero ¿qué más podía hacer?. Traté de no pensar en ello durante la cena y concentrarme en los deberes que aún debía acabar antes de acostarme.

viernes, 3 de febrero de 2012

Una inyección de autoestima, una pizca de vanidad...

Hoy quiero echarme unas flores, bueno, en realidad quiero que leáis lo que un buen amigo escribe sobre este blog. Son cosas como esta las que me animan a seguir adelante, cosa que no es nada fácil y menos teniendo en cuenta el tiempo que me quita la tropa que tengo a mi cargo... ¿o es, tal vez, este blog el que les roba el tiempo a ellos?
Gracias, Onofre.

" Queria escribierte para felicitarte por tu blog. Lo encuentro super interesante y engancha muchisimo . Me gusta que los post no son muy largos, estan muy bien redactados y tienen la mezcla o balance perfecto de simple y sofisticado... mi favorito es Fisica y Quimica...me dejo pensando un rato largo... . Los grandes escritores no tienen necesidad de utilizar un vocabulario "complejo", son capaces de atraparte con un lenguaje sencillo, pero no vulgar, a eso me refiero con el balance correcto. En mi opinion, el ejemplo a seguir es Saramago, un individuo brillante que es capaz de describir cualquier cosa de la forma mas simple...
Sigue adelante porque tienes mucho potencial, si es un hobby, te aconsejo que busques un mentor porque es evidente que tienes talento y que si lo desarrollas puedes atrapar mucha gente....

Cuidate, mucho exito en 2012 y no dejes de escribir....haces reflexionar a gente a tu alrededor y ese don no lo tiene todo el mundo...."


Por cierto... ¿algún mentor disponible? ;-)